Hoy a la mañana leía un fragmento de "Una novela que comienza" de Macedonio Fernández. Se definía como futurista en grado tal que le resultaba imposible escribir -aún- su novela. Era demasiado presente-no lo suficiente futuro todavía. Tenía algo así como 29 prólogos sobre la Dulce-Persona, el Suicida Feliz y demás personajes y salutaciones varias. Mal que mal, puedo admirar su metodismo pre-operativo. Yo ni a ese punto llego.
Ni al metodismo ni a la previa. Acumulo renglones perdidos que me mando por mail o anoto en papelitos sueltos que nunca vuelvo a encontrar. Al lado de mi cama tengo una pila de más de 40 hojas impresas de contrabando en la impresora de la oficina, sujetadas con un clip, con cosas escritas en birome, y fragmentos tachados. Junta polvo hace meses junto con "Medusario", un libro de poesía neobarroca que me compré pensando en que quizás la lectura inspire a la escritura, y "Las palabras y las cosas", de Michel Foucault, que es material de lectura del proyecto de investigación del que participo, pero está tan bien escrito, -y además inspirado en su origen por un cuento de Borges- que podría sumar. Pero no suma. Nomás junta polvo con una facilidad que enfurece.
Es que este año dejé el taller literario. O esa es la mejor excusa que se me ocurre. Escribir sólo cuando se está "obligado", ¿es escribir? ¿Qué clase de escritura es esa? ¿Y dónde está la otra? Si estuviera tirada en el diván de un imaginario terapeuta podría terminar por preguntarme: ¿dónde está la escritura de mi infancia, de sábados a la noche en mi escritorio de madera, a razón de un cuento por velada, en hoja canson n°3, con stickers incluidos?
Pienso que desde que te conocí que escribo sólo sobre vos o sobre nosotros, pero es mentira. Desde antes ya sólo escribía sobre mí o sobre otros. Quizás mi último intento oficial de escribir algún tipo de ficción data de mis años de secundario.El año pasado se cumplieron 10 años. No hubo reencuentro, ni festejo, ni nada. ¿Si uno hace más de 10 años que no se reencuentra con algo, ese algo sigue existiendo?
El otro día Facebook me probó que sí. Una amiga de 4° grado -literalmente, sólo fuimos amigas ese año y luego ella se mudó- me agregó, y no sólo recordaba todo de esa época sino que conservaba fotos y las copias del libro que estábamos escribiendo juntas a los 9 años. ¡Era tan fácil escribir un libro y pensar que nos lo iban a publicar a los 9 años! Hasta habíamos calculado el costo de las fotocopias (en australes...) para su distribución. ¿Pero por qué ahora tendría que ser tan difícil?
Retomo casi un mes después... evidentemente no logré engancharme -aún, dice mi lado optimista- en la metodología del "one per day", borré culposamente cada uno de los gentle reminders, pero siempre dejando el último en la bandeja de entrada, a modo de recordatorio, dicen que la esp
Ni al metodismo ni a la previa. Acumulo renglones perdidos que me mando por mail o anoto en papelitos sueltos que nunca vuelvo a encontrar. Al lado de mi cama tengo una pila de más de 40 hojas impresas de contrabando en la impresora de la oficina, sujetadas con un clip, con cosas escritas en birome, y fragmentos tachados. Junta polvo hace meses junto con "Medusario", un libro de poesía neobarroca que me compré pensando en que quizás la lectura inspire a la escritura, y "Las palabras y las cosas", de Michel Foucault, que es material de lectura del proyecto de investigación del que participo, pero está tan bien escrito, -y además inspirado en su origen por un cuento de Borges- que podría sumar. Pero no suma. Nomás junta polvo con una facilidad que enfurece.
Es que este año dejé el taller literario. O esa es la mejor excusa que se me ocurre. Escribir sólo cuando se está "obligado", ¿es escribir? ¿Qué clase de escritura es esa? ¿Y dónde está la otra? Si estuviera tirada en el diván de un imaginario terapeuta podría terminar por preguntarme: ¿dónde está la escritura de mi infancia, de sábados a la noche en mi escritorio de madera, a razón de un cuento por velada, en hoja canson n°3, con stickers incluidos?
Pienso que desde que te conocí que escribo sólo sobre vos o sobre nosotros, pero es mentira. Desde antes ya sólo escribía sobre mí o sobre otros. Quizás mi último intento oficial de escribir algún tipo de ficción data de mis años de secundario.El año pasado se cumplieron 10 años. No hubo reencuentro, ni festejo, ni nada. ¿Si uno hace más de 10 años que no se reencuentra con algo, ese algo sigue existiendo?
El otro día Facebook me probó que sí. Una amiga de 4° grado -literalmente, sólo fuimos amigas ese año y luego ella se mudó- me agregó, y no sólo recordaba todo de esa época sino que conservaba fotos y las copias del libro que estábamos escribiendo juntas a los 9 años. ¡Era tan fácil escribir un libro y pensar que nos lo iban a publicar a los 9 años! Hasta habíamos calculado el costo de las fotocopias (en australes...) para su distribución. ¿Pero por qué ahora tendría que ser tan difícil?
Retomo casi un mes después... evidentemente no logré engancharme -aún, dice mi lado optimista- en la metodología del "one per day", borré culposamente cada uno de los gentle reminders, pero siempre dejando el último en la bandeja de entrada, a modo de recordatorio, dicen que la esp
